Todo por el lúpulo: Galicia resucita el ‘oro verde’ que ‘amarga’ la cerveza

El lúpulo es una planta sorprendente. Crece en vertical, en filas ordenadas y alambradas que escalan seis metros hacia el cielo sobre una cama de grelos que mantiene a raya las malas hierbas. Le gusta la humedad y el fresco del norte y es el ingrediente con más alma de la cerveza: su amargor. También es responsable de las notas terrosas, aromas florales y de estabilizar la bebida con aceites y ácidos.

El 90% del lúpulo que produce España crece en el valle del Órbigo, en el noreste de León. Con una pequeña excepción: a 27 kilómetros de A Coruña, en la finca de Borreiros (Abegondo) crecen 5 hectáreas de lúpulo con flores que amarillean a punto de ser cosechadas. Y otras 6 repartidas en distintas fincas próximas por las tierras del Mandeo. Es la resurrección agraria de un cultivo que fue muy popular en Galicia durante unas décadas, tanto que llegó a ser considerado el oro verde, dio de comer a muchas familias de campesinos gallegos y cayó en el olvido a partir de los 80 hasta casi desaparecer.

El lúpulo dio de comer a muchas familias gallegas en los 50

La tendencia empezó a invertirse hace 20 años con varios ensayos para replantarlo –variedad nugget– siguiendo al dedillo las instrucciones del Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (CIAM), donde conservan semillas arcaicas y extintas que renacen con mimo y tecnología.

Detrás del empeño por reintroducir el cultivo del lúpulo en el noroeste peninsular está Cosecha de Galicia SL, ligada a la corporación Hijos de Rivera (Estrella Galicia) y decidida a revivir el espíritu pionero del fundador de la cervecera, José María Rivera Corral, el bisabuelo de la actual generación de directivos.

Con el viejo continente atascado entre guerras mundiales y civiles, Rivera Corral no podía traer a Galicia el lúpulo de centroeuropa que tanto necesitaba para la cerveza que fabricaba en Cuatro Caminos (A Coruña) desde 1906. Así que optó por cultivarlo cerca y fomentarlo entre los labriegos de la comarca. Desde 1930, el cultivo pasó de experimental y residual a ocupar una parte significativa de las fincas agrícolas de la comarca de Betanzos hasta llegar a su cénit en torno a 1950, con medio millón de plantas.

placeholderPlantación de lúpulo en Borreiros (Abegondo). Foto: L.B
Plantación de lúpulo en Borreiros (Abegondo). Foto: L.B

Llegaron a construir un secadero para la flor y una planta de procesado mientras el cultivo se expandía con rapidez, con la ambición de convertir la comarca en la capital mundial del lúpulo. Y casi lo consigue. La entrada de España en la CEE no sentó bien al lúpulo gallego mientras León se adaptó mejor y cogió ventaja. Hasta ahora.

“Trajimos los esquejes de León e hicimos varios ensayos con distintas variedades, principalmente la Nugget (mayoritaria) y Magnum, de origen alemán y madre americana2, explica José Luis Olmedo, director de I+D de Cosecha de Galicia, responsable de los cultivos de lúpulo, manzana y uva para las bodegas de la corporación cervecera. Se podan y se guían en primavera y se cosecha la flor en septiembre.

“El lúpulo crece 20 centímetros al día. No hay ninguna otra planta en la naturaleza que medre a este ritmo“, destaca Olmedo. Se desparrama en capullos laterales donde nacen sus flores, repletas de resinas, ácidos y aceites valiosos.

En la cooperativa del lúpulo local han embarcado a siete productores locales para un cultivo muy exigente: está sufriendo tanto con la crisis climática que ya proyectan cultivarlo en invernadero, multiplicando una inversión elevada que ya ronda los 35.000 euros por hectárea. “Hay plagas que nunca habíamos tenido y las hojas no hacen bien la fotosíntesis”, lamenta Olmedo, en un día con el cielo gallego opacado por el humo de los incendios de Portugal que han teñido de naranja el sol durante tres días.

Tampoco es fácil de cosechar. Hay que tumbarlo en un remolque, procesarlo con una peladora específica y secar las flores (80% humedad) hasta conseguir las entre 3 y 7 toneladas que esperan este 2023. Y todo para hacer una cerveza.

Lupia: 100% lúpulo gallego

“El lúpulo hace que las cervezas hablen”, resume Ignacio Rivera Quintana. Esta semana presentó, orgulloso, Lupia. Es la tercera marca de Hijos de Rivera, y la primera en 30 años después de Estrella Galicia y 1906. Viene “con colmillo” para agitar el mercado con menos alcohol (4,8%) y dar un puñetazo en la mesa como artesanos cerveceros”, resumió el CEO de Hijos de Rivera.

El lúpulo se lo añadieron los monjes alemanes a los barriles en el siglo IX para darle sabor y los británicos a los cargamentos que enviaban a colonias para conservarla en las travesías. Y así hasta hacer del lúpulo toda una ciencia que le va a la zaga a la enología. “No es lúpulo para cerveza; es cerveza para lúpulo. Durará lo que dure la cosecha”, destacó Rivera en la presentación. Es una edición limitada –aproximadamente un millón de litros– para una birra monovarietal en dos líneas –ale y larger– para alimentación y hostelería de edición limitada que supondrá un exiguo 1% de la producción de la firma. Hasta llegar a Lupia hubo “muchas malas cosechas” y encaje de bolillos del maestro cervecero, Luis Alvar.

“Es una inversión absurda (por disparatada) para lo que vamos a conseguir”. Aun así –apunta Rivera– la hemos hecho para volver al origen de lo que somos: 100% lúpulo gallego. “Un cervezón“, concluye.

carlos.inaraja@aetcm.es
09/30/2024