Los productores de cerveza artesanos están de resaca. Y no es por la cantidad de litros de cerveza que elaboran, sino por la delicada situación que atraviesa su sector. Hace una década la idea de dejarlo todo para experimentar mezclando lúpulo y cebada parecía un buen plan. Al calor del boom que estaba experimentando este segmento en España por el interés de los consumidores en descubrir nuevas variedades y sabores, su cuota de mercado llegó a escalar al 4%. Incluso los gigantes de la industria se interesaron en invertir en empresas emergentes y diversificaron su oferta para satisfacer los paladares más exquisitos. En 2017 la americana Molson Coors se hizo con la toledana La Sagra y en 2018 Heineken invirtió en la madrileña La Cibeles. El grupo Heineken también repescó en 2019 la marca El Águila, una cerveza sin filtrar que imita el gusto artesano.
Hoy, la cuota de mercado del segmento artesano apenas llega al 1%. ¿Qué ha pasado? El cierre de Cervezas La Virgen el pasado mes de marzo fue el canario en la mina que evidenció los problemas que están atravesando los productores artesanos en España tras la pandemia. La firma madrileña puso fin a su trayectoria de 13 años tras haber formado parte del líder del sector AB InBev, uno de los mayores fabricantes del mundo. ¿Qué es lo que ha salido mal? Los expertos apuntan a la crisis sanitaria, la brutal subida de costes de las materias primas, la inflación y la propia incursión en el segmento artesano de los grandes cerveceros como las causas que explican el pinchazo. ¿Se ha agotado el recorrido de los pequeños en un mercado dominado por los grandes emporios?
Las cervezas artesanas son aquellas cuya elaboración tiene lugar en una misma instalación y que se caracterizan por realizarse bajo la dirección de un maestro cervecero artesano, primando el factor humano sobre el mecánico y sin producir a gran escala. El último informe de Cerveceros de España, la entidad que agrupa a todos los productores de cerveza, constata que desde 2019 han desaparecido un 35% de los establecimientos dedicados a la producción de artesanas. “En 2023, España se mantiene como el segundo productor de cerveza de la UE, solo por detrás de Alemania y habiendo superado incluso al Reino Unido. No obstante, el segmento artesano sigue atravesando una situación compleja, con un descenso en el número de cerveceras y en el volumen elaborado por las de menor tamaño”, recoge el documento.
El pasado ejercicio se fabricaron en España 41,5 millones de hectolitros de cerveza y las ventas de las grandes compañías rondaron los 6.000 millones. El grupo Mahou-San Miguel elaboró 13,19 millones de hectolitros, seguido de Grupo Damm, que produjo 10,84 millones, y Heineken, que puso en el mercado hasta 10,21 millones. Los siguientes grandes productores fueron Hijos de Rivera (Estrella Galicia, con 5,04 millones de hectolitros), Compañía Cervecera Canaria (1,08 millones de hectolitros) y Grupo Ágora (0,93 millones de hectolitros). El segmento de las artesanas representó 0,17 millones de hectolitros de la producción total, una cifra similar a la de 2022, según el estudio de Cerveceros de España.
La entidad detalla que la caída del volumen de producción de los artesanos en 2023 se concentra en los más modestos, los que ponen menos de 10.000 hectolitros en el mercado. Estas pequeñas cerveceras han disminuido un 0,7% su volumen de producción. Solo entre los cerveceros que elaboran entre 10.000 y 50.000 hectolitros, también considerados artesanos, crece ligeramente el volumen elaborado.
Tabla que refleja el descenso de los establecimientos que fabrican cerveza artesana. /
Empresas muy vulnerables
En los últimos cuatro años, los artesanos han sufrido lo que se podría llamar una tormenta perfecta. Al golpe que supuso la pandemia para el consumo de cerveza en los bares y restaurantes se sumaron los efectos de la crisis inflacionaria, que multiplicaron los costes de los suministros, y la competencia de los grandes grupos, que han empezado poner a disposición del consumidor diferentes variedades de sus productos, como la IPA (Imperial Pale Ale) o las tostadas a un coste menor que las artesanas. “La crisis sanitaria ha llevado a muchas empresas al cierre. La subida de los costes de las materias primas ha sido letal para muchos proyectos”, asegura Eduardo Olmedo, adjunto a la dirección de Cerveceros de España.
Los artesanos son especialmente vulnerables a la subidas de precios debido a su falta de músculo financiero. “Las microcervecerías, dada su limitada escala, tienen menos capacidad de amortiguar incrementos de costes con mejoras de eficiencias o renegociaciones contractuales”, explica Enrique Porta, socio responsable de Consumo y Retail de KPMG España. A este componente hay que sumar las dificultades de escalar la producción. “La distribución también supone un reto para ellos en un sector que está muy concentrado y dominado por pocos actores”, asegura Porta.
Precisamente la distribución es uno de los cuellos de botella para el segmento artesano que señala Daniel Fermun. Este técnico cervecero es consejero delegado del Instituto de Cerveza Artesana y la iniciativa Abirradero, que busca impulsar la cultura cervecera en Barcelona con la elaboración de esta bebida en el mismo lugar en el que luego se comercializa. “Esta es una de las pocas formas en las que podemos competir. Los grandes grupos practican tácticas comerciales que les permiten dominar el mercado. Los bares y restaurantes pueden acceder a descuentos cuando adquieren grandes volúmenes de cerveza y eso incentiva a los establecimientos a comprar grandes cantidades de producción industrial, haciendo que sea muy difícil para las artesanas competir en precio”, explica Fermun.
Enrique Porta, de KPMG España, enfatiza que los artesanos también están más expuestos a las tensiones en el mercado como la que ha ocasionado la mayor sensibilidad al precio por parte del consumidor, el auge de la marca blanca del distribuidor y la simplificación de surtidos por parte de los retailers.
Pero, para la profesora de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Ana Isabel Jiménez Zarco, la distribución es uno de los factores que más afecta a los artesanos. “Los principales canales están copados por los grandes grupos cerveceros. Los artesanos lo tiene muy complicado para hacer llegar sus cervezas tanto a los supermercados como la hostelería”, afirma.
Muchos locales firman contratos de exclusividad con bares y restaurantes que les obligan a vender únicamente productos de una marca cervecera específica a cambio de descuentos o equipamiento gratuito para el establecimiento. “Esto limita nuestra capacidad de acceder al mercado, muchos puntos están bloqueados”, se queja el artesano Daniel Fermun. Este productor fue uno de los pioneros del segmento artesanal en España. “Empezamos en 2003 y en aquel momento todo estaba pensando para los grupos industriales. A partir de 2007 fuimos capaces de producir cerveza”, recuerda.
Otro de los puntos problemáticos para el segmento artesano que señala Fermun es que la legislación española es “ambigua” al definir qué es una cerveza artesana. “El Real Decreto 678/2016 ha sido diseñado de forma ambigua y permite a los grandes cerveceros aprovecharse del boom de la artesanal. La falta de claridad de la normativa no ayuda a proteger el trabajo de los pequeños . En lugar de preservar la esencia de lo artesanal, se ha facilitado que los gigantes de la industria se aprovechen de la etiqueta, diluyendo la autenticidad de la cerveza artesanas”, sentencia.