Si del cerdo dicen que se aprovecha hasta los andares, en Mahou San Miguel están dispuestos a hacer lo mismo con los ingredientes que componen la cerveza. En el plan por hacer que sus fábricas tengan residuos cero, la compañía investiga sobre los posibles usos de los restos que quedan tras producir cerveza. Para aprovechar el bagazo, resto que se obtiene tras el prensado del cereal y la filtración del mosto, Mahou San Miguel ha desarrollado un grifo de cerveza fabricado a partir de este producto combinado con un polímero biocompostable llamado PLA, explica Benet Fité, director de Calidad, I+D y Medio Ambiente de la empresa. En este proyecto, la cerveza ha contado con la colaboración de Lowpoly.
“Lo que hemos creado es la carcasa que aísla la estructura interna más técnica, la que hace de soporte. Y, además, es la que da imagen”, cuenta Fité. Sobre este último, destaca que, al fabricarse con impresoras 3D, abre la puerta a que los grifos de cerveza puedan tener “formas que hasta ahora no eran posibles”, lo que se puede utilizar en una mayor personalización para los establecimientos. El grifo, que se presenta este martes en Madrid en el marco de la feria de HIP (Hospitality Innovation Planet), aún no está en ningún bar. Pero la idea de la marca es que llegue a los cerca de 150.000 en los que tiene instalaciones. “Ahora estamos con las estimaciones económicas. Tanto del escalado como de quién y cómo se puede hacer. Cuando tengamos las cifras, y veamos los partners que nos ayuden a llevarlo a más volumen, entonces empezaremos a extenderlo”, asegura Fité.
“El bagazo tiene todavía un poco de azúcar, fibras celulosas, una parte de proteínas y otra de polifenoles, es decir de antioxidantes”, cuenta Fité, quién habla de otro proyecto que tiene la cervecera con este material. “Se llama Cheers y está financiado a nivel europeo. Lo que hacemos es alimentar insectos para que luego se generen proteínas que luego sean de consumo humano”.