El sector de la hostelería fue uno de los más golpeados por la pandemia en 2020. Con las calles vacías y sin turismo, bares, restaurantes y hoteles se vieron obligados a cerrar sus puertas de la noche a la mañana. Como en tantas otras industrias, muchos intentaron reinventarse, por ejemplo, incorporando el reparto a domicilio para quien nunca se lo había ni planteado. Cuando los españoles pudieron volver a socializar, lo hicieron bajo unas restricciones, como las distancias, los aforos y los horarios, que no se relajaron del todo hasta muchos meses después.
Los esfuerzos no fueron suficientes, y fueron miles los establecimientos que nunca pudieron volver a abrir sus puertas. Para los que si lograron superar las dificultades y seguir adelante, o incluso los que se han atrevido a empezar de 0 desde entonces, el escenario post-pandémico es muy diferente.
Por un lado porque el delivery, el servicio a domicilio, ha llegado para quedarse. Es lo que le ocurrió al Restaurante Berlanga, abierto en Madrid poco antes del estado de alarma. Su dueño, José Luis García Berlanga, hijo del director de cine, vio la oportunidad de servir comida a domicilio. «Pensé que los arroces podían ir muy bien para la gente que estaba encerrada. Nos quedamos cuatro trabajadores y no paramos de enviar a domicilio», explica en declaraciones a EFE. «Los dos años siguientes fueron más duros, con normas cambiantes, hasta que se normalizó todo. Ahora es solo un recuerdo», recuerda.
También hay que destacar que, en 2024, los españoles gastaron más de 42.000 millones de euros en restauración, un 14% que antes de la pandemia. Sin embargo, lo hicieron saliendo un 4% menos.
Esto se explica, como tantas otras dicotomías que vivimos actualmente, por los perversos efectos de la inflación. De hecho, el aumento de precios se ha generalizado en el sector, sobre todo entre 2023 y 2024, superando el IPC general con tasas del 6,6% y del 4,7%, respectivamente.
Hay que tener en cuenta que la inflación de la hostelería ha estado siempre un poco por encima de la general, como explica la vicepresidenta de Foodservice Europa de la consultora Circana, Edurne Uranga, pero con la crisis inflacionista, el sector ha tardado más de lo normal en trasladar el incremento de precios al consumidor.