Durante años, la cerveza ha cargado con la etiqueta injusta de ser enemiga de la dieta equilibrada y cómplice del aumento de peso. Términos como «barriga cervecera» o «culpabilidad líquida» han calado hondo en los hábitos de consumo de quienes, aun disfrutando de esta bebida tradicional, tienden a apartarla cuando intentan cuidarse. Pero, ¿qué hay de cierto en esta percepción? La ciencia acaba de responder.
Un reciente estudio científico español titulado «Evaluación de Patrones Dietéticos y de Consumo de Alcohol en Pacientes con Exceso de Peso en una Cohorte Española», publicado en la revista Nutrients, desmonta una de las creencias más arraigadas en torno a la cerveza señalando que: no es responsable directa del sobrepeso. Al menos, no cuando se consume con moderación y en el marco de una dieta equilibrada, como la mediterránea.
El trabajo, centrado en personas con exceso de peso, revela que las calorías procedentes de bebidas alcohólicas fueron notablemente bajas: un 4,5% en hombres y un 2,9% en mujeres. Es decir, la cerveza no representa una fuente calórica significativa dentro del total de la dieta, y por tanto, no puede considerarse como una de las principales causas del aumento de peso.
Burbujas sin culpa: la cerveza y el estilo de vida equilibrado
El mensaje es claro: la cerveza puede tener cabida en una alimentación equilibrada, incluso en un plan de pérdida de peso, siempre que se consuma con moderación y en el contexto adecuado. Con solo 44 kilocalorías por cada 100 ml, su aporte energético es bajo comparado con otras bebidas y, además, cuenta con propiedades derivadas de sus ingredientes naturales a partir de los cuales se elabora, como el agua, la cebada y el lúpulo.
Este enfoque no invita al consumo indiscriminado, sino a reconciliar la cerveza con el disfrute responsable, una premisa especialmente relevante para un público adulto que valora el bienestar sin renunciar a pequeños placeres. El estudio recuerda que el control del peso no depende de restricciones estrictas ni prohibiciones alimentarias, sino de la calidad general de la dieta, la actividad física, el descanso adecuado y una relación saludable con la comida y la bebida.
Del mito al dato: una nueva mirada hacia el consumo moderado
La publicación de este estudio representa un cambio de paradigma. Deja atrás los mensajes culpabilizadores que rodean a la cerveza y apuesta por educar al consumidor en una visión más equilibrada y sostenible de la nutrición. Una en la que todos los alimentos y bebidas pueden tener su espacio, si se integran dentro de un estilo de vida consciente.
Para muchos españoles, la cerveza forma parte de su cultura gastronómica, de sus momentos de ocio y de socialización. Saber ahora que su consumo moderado puede integrarse en rutinas de bienestar, una buena noticia que invita a repensar hábitos sin renunciar al placer.
Libertad con conocimiento
En definitiva, este estudio no solo desmiente un mito, sino que también libera al consumidor de culpas infundadas y lo anima a tomar decisiones informadas. Porque tan importante es saber lo que se come como comprender que el equilibrio no se basa en prohibir, sino en saber elegir.
Y sí, elegir tomarse una cerveza puede ser perfectamente compatible con cuidarse.

