La doctora Marcos ha explicado que la riqueza de alimentos de origen vegetal del patrón dietético mediterráneo, así como las grasas insaturadas y diferentes sustancias antioxidantes, le confieren propiedades antiinflamatorias. En este modelo de consumo se incluye también el aporte a la gastronomía y la salud que realizan las bebidas habituales en la cuenca mediterránea: infusiones y bebidas fermentadas. “En el caso de la cerveza, como bebida fermentada que es de baja graduación y típica de la Dieta Mediterránea, podríamos considerarla un alimento funcional. Su composición incluye un contenido destacado de polifenoles antioxidantes”, ha señalado la experta.
En cuanto a esta riqueza en polifenoles y otros fitoquímicos de los alimentos que forman parte de la Dieta Mediterránea, incluida la cerveza, la doctora marcos puntualiza que “podrían reducir el riesgo de padecer patologías crónicas como las cardiovasculares o el cáncer. Y es que, además, la Dieta Mediterránea podría ayudar a prevenir el deterioro cognitivo del envejecimiento, como el Parkinson, la demencia o el Alzheimer, según un estudio[2] publicado en la revista Nutrients”, explica la doctora Marcos.
Al hablar de bebidas fermentadas, como la cerveza, hay que recordar que sus posibles aportes nutricionales se observan únicamente cuando el consumo es moderado y responsable por parte de adultos sanos, en el marco de una alimentación sana y equilibrada. Además, en el caso de mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, en general, en adultos a la hora de conducir o si se están consumiendo medicamentos, el consumo de alcohol debe ser cero. En estas situaciones se puede optar por la ingesta de cerveza sin alcohol.