España está llena de cerveceros irredentos. Que se lo digan a Angelito Villaverde que con su gracejo y barba se planta en cualquier barra y dice educadamente ¿podría poner una copa de cerveza? Pero eso no deja de ser un hábito extendido y a veces demasiado poco gourmet. La fábrica catalana Damm lleva muchos años investigando sobre otras versiones cerveceras más culturales y profundas. Y llega a la Navidad, claro está. Que parece el episodio eterno donde Dickens y el niño pobre necesitan un poco de calorcito.

Y en estas una cerveza apellidada con estas fechas y con una largura de concepto que nos rememora los buenos sentimientos. Nuestros climas no son los idóneos para los renos, pero si para la memoria gustosa del lúpulo más delicado y las emociones más sensibles. Y empieza la sinfonía de tostados, de notas aromáticas, que incluye la manzana y hay un fondo que no es de comercio, sino de evocación.